domingo, 8 de febrero de 2015

Un baño de realidad

  Con la auto publicación, el mundo literario se ha expandido de una forma que algunos califican de peligrosa. El hecho de que cualquiera pueda publicar, promocionar su obra en las redes y llegar a los confines de la tierra con ella, abre un abanico de posibilidades infinito para los que creen que tienen algo que mostrar al mundo.
  Debo admitir que, en contra de lo que muchos aseguran, no estoy tan seguro de que esto se malo o bueno. Entre los que optan por auto publicarse hay grandes talentos e historias que merecen la pena ser leídas. Por contra, ser publicado por una editorial con nombre no garantiza ni calidad ni riqueza en la historia. Tan solo que, por la corriente lectora del momento, dicha editorial considere que el producto pueda tener mercado.
  Vivimos en la época de la supervivencia. La posibilidad de que una inversión resulte productiva es la primera opción a tener en cuenta para un editor y, aunque no me parezca justo para muchos escritores, hay que
comprenderlo.
  La contrapartida es que, entre los muchos que optan por auto publicar, se cuelen cantidad de bodrios infumables e indignos de ser leídos. El problema llega cuando queremos filtrar lo que merece la pena de lo que no. Existen pocas herramientas para hacerlo, pero las hay.
  Una de ellas, importantísima, son los blogs de lectura donde, un lector o lectora concreta, da su versión crítica de la obras que va leyendo. Admitamos que los gustos son siempre subjetivos, se trate de quien se trate, pero ésta es una forma más o menos fiable de tomar contacto con los escritos que no conocemos.
  He de admitir que, en mi caso, jamás pedí una reseña a blog alguno. Tal vez porque me dio corte mendigar una opinión, o porque siempre me he visto como un grano de arena más en el desierto, y he creído que las cosas deben surgir por sí solas. Verlía tuvo cinco reseñas de su primera parte y todas de personas que lo leyeron antes de forma voluntaria. No sé si seré un bicho raro, pero así me ha ido con las ventas.
  El caso es que, si algo debe respetar por encima de todas las cosas quien escribe, es al lector. Si alguien tiene la deferencia de leer tu obra, debes respetar su opinión, aunque ésta sea negativa. Y esto incluye a los administradores y administradoras de los blogs literarios.
  No parece que muchos piensen de esta forma. Hoy en día, los blogs guay y con seguidores son aquellos que hablan maravillas de todo cuanto cae en sus manos y leen. Los ataques furibundos a los blogs más críticos han proliferado en forma de quejas, amenazas y ninguneo. Pretendemos que el filtro se haga con los demás, pero nunca con nuestra obra.
  Al parecer, si regalas un libro para ser criticado, estás comprando a quien se lo regalas. No se pueden hacer críticas negativas de nada o caes en desgracia.
  Ningún libro de la historia ha gustado a todo el mundo. Ninguno. Yo lo he comprendido desde un primer momento y, a pesar de que algunas cosas que me han dicho me han dolido, siempre las he recibido como un baño de realidad que me han provocado una mirada hacia dentro. Porque la perfección no existe en uno mismo y, por lo tanto, tampoco en cuanto tengamos que llevar a cabo.
  El ego, aunque nos cueste admitirlo, destruye. Destroza el entorno, ensucia las líneas que escribimos y acaba con la inocencia del que, de verdad, tan solo busca compartir historias.
  ¿Y sabéis cuándo pasa esto? Cuando la historia es lo de menos y, en realidad, a quien vendemos es a nosotros mismos. Esa es la clave.

@Bombicharmer